Doctrina Aznar, 1994: "La corrupción, el problema más grave"
¿El hombre de los principios y las convicciones exigirá a Rajoy, Aguirre y Camps responsabilidades políticas?
El 12 de febrero de 1994, en la revista Tribuna -ya desaparecida-, José María Aznar declaraba: "La corrupción es el problema más grave que tiene el país y hay que atajarla (…)". En su libro España, la segunda transición, publicado porEspasa Calpe en noviembre del año citado, Aznar insistió: "El daño más grave a un sistema democrático es el que produce la corrupción".
Quince años más tarde, el virus de la corrupción ha aflorado con estrépito y se extiende por el PP y sus alrededores de forma tan intensa que parece, a estas horas, irrefrenable. Quienes deberían haber atajado tan funesto fenómeno no lo han hecho. Por acción o por omisión, Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre y Francisco Camps han permitido que presuntas y muy graves irregularidades pasaran inadvertidas. La inmunidad ha vencido, durante mucho tiempo, a la precaución exigible ante el más mínimo movimiento de manos sucias.
Cinturón de silencio
Cuando la podredumbre ha terminado por roer el cinturón del silencio, mientras la ciudadanía contempla absorta e indignada el nauseabundo espectáculo de la mezcla maléfica de la política y los negocios, sabemos que Aznar tenía razón en el diagnóstico respecto a la corrupción, pero sabemos también que no fue capaz de aplicarse él mismo, con la energía debida, la terapia más adecuada frente a semejante mal.
Ningún indicio racional
No hay indicios racionales que, a día de hoy, autorice a incluir al ex jefe del Gobierno conservador en la hornada de los presuntos corruptos. Pero abundan en demasía circunstancias y coincidencias que alimentan las sospechas de cierta connivencia de él –y/o de algún allegado- con gentes pertenecientes al Clan de Correa, antaño denominadoClan de Becerril, ese privilegiado grupo de jóvenes cachorros, apadrinados por el dúo Aznar-Agag, dispuestos algunos de ellos, faltos de escrúpulos, a comerse el mundo, a enriquecerse sin medida y a disfrutar al unísono del poder y la gloria.
Un dato significativo
Es una lástima, o simplemente un dato significativo, que Aznar no hiciera del todo suyas las teorías vertidas en su libro mencionado: "Las sociedades democráticas se dotan de control y mecanismos de vigilancia, cuyo correcto funcionamiento les preserva del abuso del poder. Si en España se ha producido el fenómeno, es que han fallado esos mecanismos, y la forma que debe reaccionar una sociedad democrática es exigir las oportunas responsabilidades políticas".
Florentino Pérez
¿Dónde por cierto se halla ahora Aznar, aparte de bendecir en la COPE a Florentino Pérez como próximo presidente del Real Madrid? ¿Por qué el mutismo más absoluto no ha sido quebrado por Aznar durante estas últimas semanas para –siendo él tan lenguaraz y rotundo cuando le conviene- referirse a los casos de espionaje, de dossiers y a la oleada de actuaciones judiciales relativas a ciudadanos populares? No ha abierto la boca, aunque sí lo hizo su esposa, Ana Botella, reclamando a Mariano Rajoy que protegiera todas las etapas del PP. Y, por consiguiente, la de su marido.
Expectantes
Estamos expectantes, sin embargo, porque hay que confiar que la doctrina Aznar sobre la corrupción política será recordada cualquier día de éstos por él en una memorable intervención pública. Lo hará, deseamos, en su calidad de presidente de honor del PP, de presidente de FAES o de ex Sumo Pontífice de la derecha española. Y, naturalmente, lanzará severas críticas a quienes, líderes de su partido, no han sido diligentes y, por sus errores u otras circunstancias, han contribuido a que fallaran los "mecanismo de control y vigilancia".
Turbios asuntos
Consecuente con su pensamiento, Aznar no hará más -a propósito de estos turbios asuntos- que "exigir las oportunas responsabilidades políticas", como se las exigió reiteradamente a Felipe González, hasta acuñando la histórica frase de "Váyase, Sr. González". ¿Llegará a pedir la dimisión inmediata de Rajoy, Aguirre y Camps en el capítulo de "las oportunas responsabilidades políticas"? ¿Será capaz de pedir él perdón, por no haber estado suficientemente atento y haberse dejado rodear de no pocos personajes obsesionados por hacerse multimillonarios robando literalmente a los contribuyentes?
Conductas de malandrines
No tendría que haber dudas al respecto. Aznar es un político que se jacta de ser un hombre de principios profundos y de hondas convicciones. Él no puede aprobar conductas de malandrines, aunque sean amigos suyos o personas de su círculo más íntimo. A estos tipos, el presidente Roosevelt los solía denominar "los malhechores opulentos", según el libro El Senador, del periodista Drew Pearson, publicado en 1970, que narra una historia apasionante en la que sobresalen políticos norteamericanos más interesados en ganar dinero que en servir a los ciudadanos.
Un abismo
Claro que entre Roosevelt y Aznar media un abismo. Aznar admira a George W. Bush, no a Roosevelt, como tampoco a Obama, si hacemos caso de sus polémicas palabras. Y Bush, entre otras cosas, se caracterizó por su tendencia a compatibilizar los negocios con la política. El caso Enron –del que le salvó el 11-S- es un ejemplo indiscutible. Como más que sospechoso fue el asunto de los votos de Florida. En este aspecto, el parecido es mayor con el tamayazo gracias al cual –no lo olvidemos- acabó venciendo la lideresaAguirre.
Enric Sopena es director de El Plural
Cinturón de silencio
Cuando la podredumbre ha terminado por roer el cinturón del silencio, mientras la ciudadanía contempla absorta e indignada el nauseabundo espectáculo de la mezcla maléfica de la política y los negocios, sabemos que Aznar tenía razón en el diagnóstico respecto a la corrupción, pero sabemos también que no fue capaz de aplicarse él mismo, con la energía debida, la terapia más adecuada frente a semejante mal.
Ningún indicio racional
No hay indicios racionales que, a día de hoy, autorice a incluir al ex jefe del Gobierno conservador en la hornada de los presuntos corruptos. Pero abundan en demasía circunstancias y coincidencias que alimentan las sospechas de cierta connivencia de él –y/o de algún allegado- con gentes pertenecientes al Clan de Correa, antaño denominadoClan de Becerril, ese privilegiado grupo de jóvenes cachorros, apadrinados por el dúo Aznar-Agag, dispuestos algunos de ellos, faltos de escrúpulos, a comerse el mundo, a enriquecerse sin medida y a disfrutar al unísono del poder y la gloria.
Un dato significativo
Es una lástima, o simplemente un dato significativo, que Aznar no hiciera del todo suyas las teorías vertidas en su libro mencionado: "Las sociedades democráticas se dotan de control y mecanismos de vigilancia, cuyo correcto funcionamiento les preserva del abuso del poder. Si en España se ha producido el fenómeno, es que han fallado esos mecanismos, y la forma que debe reaccionar una sociedad democrática es exigir las oportunas responsabilidades políticas".
Florentino Pérez
¿Dónde por cierto se halla ahora Aznar, aparte de bendecir en la COPE a Florentino Pérez como próximo presidente del Real Madrid? ¿Por qué el mutismo más absoluto no ha sido quebrado por Aznar durante estas últimas semanas para –siendo él tan lenguaraz y rotundo cuando le conviene- referirse a los casos de espionaje, de dossiers y a la oleada de actuaciones judiciales relativas a ciudadanos populares? No ha abierto la boca, aunque sí lo hizo su esposa, Ana Botella, reclamando a Mariano Rajoy que protegiera todas las etapas del PP. Y, por consiguiente, la de su marido.
Expectantes
Estamos expectantes, sin embargo, porque hay que confiar que la doctrina Aznar sobre la corrupción política será recordada cualquier día de éstos por él en una memorable intervención pública. Lo hará, deseamos, en su calidad de presidente de honor del PP, de presidente de FAES o de ex Sumo Pontífice de la derecha española. Y, naturalmente, lanzará severas críticas a quienes, líderes de su partido, no han sido diligentes y, por sus errores u otras circunstancias, han contribuido a que fallaran los "mecanismo de control y vigilancia".
Turbios asuntos
Consecuente con su pensamiento, Aznar no hará más -a propósito de estos turbios asuntos- que "exigir las oportunas responsabilidades políticas", como se las exigió reiteradamente a Felipe González, hasta acuñando la histórica frase de "Váyase, Sr. González". ¿Llegará a pedir la dimisión inmediata de Rajoy, Aguirre y Camps en el capítulo de "las oportunas responsabilidades políticas"? ¿Será capaz de pedir él perdón, por no haber estado suficientemente atento y haberse dejado rodear de no pocos personajes obsesionados por hacerse multimillonarios robando literalmente a los contribuyentes?
Conductas de malandrines
No tendría que haber dudas al respecto. Aznar es un político que se jacta de ser un hombre de principios profundos y de hondas convicciones. Él no puede aprobar conductas de malandrines, aunque sean amigos suyos o personas de su círculo más íntimo. A estos tipos, el presidente Roosevelt los solía denominar "los malhechores opulentos", según el libro El Senador, del periodista Drew Pearson, publicado en 1970, que narra una historia apasionante en la que sobresalen políticos norteamericanos más interesados en ganar dinero que en servir a los ciudadanos.
Un abismo
Claro que entre Roosevelt y Aznar media un abismo. Aznar admira a George W. Bush, no a Roosevelt, como tampoco a Obama, si hacemos caso de sus polémicas palabras. Y Bush, entre otras cosas, se caracterizó por su tendencia a compatibilizar los negocios con la política. El caso Enron –del que le salvó el 11-S- es un ejemplo indiscutible. Como más que sospechoso fue el asunto de los votos de Florida. En este aspecto, el parecido es mayor con el tamayazo gracias al cual –no lo olvidemos- acabó venciendo la lideresaAguirre.
Enric Sopena es director de El Plural
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Publicado por VRedondoF para POLITICA el 2/18/2009 04:22:00 PM