España y la economía de los hemanos Marx
@Carlos Sánchez - 02/10/2009
durante el primer trimestre de 1994, España alcanzó una increíble tasa de paro del 24,55%. A la espera de nuevas noticias, se trata del nivel más alto jamás alcanzado desde 1945 por un país de la Unión Europea. Hasta aquí nada nuevo. La cifra y la fecha son ya historia, pero conviene no olvidar que tuvieron que pasar más de 13 años para que este país recuperara tasas de paro 'aceptables'. En el segundo trimestre de 2007, el desempleo se situó en el 7,95% de la población activa, un nivel que puede considerarse 'homologable' a los registros europeos, y que en todo caso es el más bajo de la reciente historia económica española.
Trece años, como se sabe, pueden ser una eternidad, pero España pudo atravesar esa travesía del desierto con cierta soltura -y sin desgarros sociales- gracias que a partir de la segunda mitad de los años 90 aprovechó una coyuntura económica y política irrepetible. El ingreso en la unión monetaria permitió bajar los tipos de interés de forma drástica (del 9% al 3%); la entrada masiva de inmigrantes propició una oferta de empleo barato desconocida hasta entonces, lo que elevó el potencial de crecimiento de la economía española. El flujo neto de dinero procedente de la Unión Europea llegó a sobrepasar los 6.000 millones de euros anuales (el triple que actualmente). Y para más inri, las privatizaciones descargaron al presupuesto público de buena parte de su lastre del pasado, al tiempo que las reformas económicas permitieron romper algunos de los viejos monopolios de la industria nacional. Y todo en un contexto en el que las materias primas estaban por los suelos. Cuando España abrazó el euro, un barril de petróleo no costaba más allá de 15 euros. Todo ello, y muchas cosas más, hicieron posible un crecimiento superior al 3% anual en media del periodo.
Otra forma de hacer política
Fueron necesarios, sin embargo, casi tres lustros para que España redujera su nivel de desempleo hasta niveles razonables, pero hoy por hoy nadie cree que España pueda beneficiarse de un contexto tan favorable a medio y largo plazo (y no digamos a corto), y por eso el dato que ayer dio el FMI -que indica que la tasa de paro española se situará en 2010 por encima del 20%- debería representar un antes y un después en la forma de hacer política. La cifra no es, desde luego, ninguna novedad. Ya había sido avanzada por otros servicios de estudios, pero es la primer vez que un organismo internacional traspasa la barrera del 20% en sus previsiones. España convivirá con niveles de paro de dos dígitos hasta la década de los años 20, y por eso sorprende la desidia que se ha instalado en parte de la sociedad española, incapaz de enfrentarse a los problemas económicos con la decisión que exigen los tiempos.
La sociedad española se muestra incapaz de enfrentarse a los problemas económicos con la decisión que exigen los tiempos
Los motivos probablemente tengan que ver con ciertas limitaciones institucionales o por la baja calidad de nuestra democracia, pero también con una forma de hacer política que excluye a buena parte de la 'inteligentzia' nacional (que la hay), y que asiste perpleja a un festival de disparates digno de los hermanos Marx. La economía, en lugar de ser un problema de Estado, ha acabado por convertirse en una mala función de vodevil, como se observa nítidamente cada míercoles a primera hora de la mañana, cuando Gobierno y oposición se zurran en la sesión de control del Ejecutivo. En vez de buscar soluciones y de identificar los problemas, tirios y troyanos juegan a hacer frases más o menos ingeniosas para salir en los telediarios. Pero de propuestas nada de nada. Resulta patética la postura el parlamento, incapaz de haber creado un grupo de trabajo destinado a aportar ideas anticrisis o de realizar una verdadera evaluación de la eficacia del gasto público. O de convocar a los mejores especialistas del país para buscar alternativas. Y qué decir de organismos como el Consejo Económico y Social, convertido en un cero a la izquierda cuando lo que realmente se necesitan son instituciones con capacidad de tender puentes entre sindicatos y empresarios.
Es curioso que a estas alturas de la recesión, el Gobierno no haya sido capaz de escuchar voces distintas a las de su partido, lo cual hubiera evitado algunos errores de bulto que se han cometido desde que a mediados de 2007 la economía comenzó a dar síntomas de agotamiento. Pero también la oposición debe cambiar en aras de evitar que la crisis se convierta en un mantra de descalificaciones que no conducen a nada. No es baladi lo que está en juego. Altas tasas de paro conviviendo en el tiempo con un progresivo envejecimiento de la población -el gasto en pensiones respecto del PB se duplicará a mediados de los 20- puede ser un cóctel letal. Demasiado para una clase política complaciente que se cree invencible.
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Publicado por VRedondoF para POLITICA el 10/02/2009 02:02:00 PM