Quizá usted haya conocido todo esto a través de los medios. Lo que nadie le ha dicho es que ninguno de ellos tenía a ningún periodista delante que le preguntara, por ejemplo, si estaban de broma. Toda la política de esta semana se ha hecho a través de comunicados. Bueno, toda no. Se le ha podido preguntar a José Luis Rodríguez Zapatero, en Lanzarote; al ministro de Educación, Ángel Gabilondo, en Parla (Madrid), y la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega ha dado una rueda de prensa diaria, en Centroamérica.
Unos en vídeo, otros en papel. Otros, enlatados de entrevistas radiofónicas que habían quedado bien. Información unidireccional, en todo caso. Los partidos han puesto un menú de papeles e imágenes para que los medios cogieran lo que quisieran. Todo comodidad. De hecho, los partidos lo ven como un servicio público. Los medios, como una esclavitud. Además, no han tenido que ver ninguna cara de asombro mientras hablaban. No han tenido que responder a un medio crítico. No han tenido que hablar de nada de lo que no quisieran.
Esta semana ya se han escuchado voces alertando de un grave deterioro de la democracia. Cuando un político coloca su mensaje sin enfrentarse a preguntas no está rindiendo cuentas a los ciudadanos, como le obliga su oficio, sino distribuyendo propaganda.
El más duro quizá haya sido el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja. "Hay una actitud de desprecio de los políticos hacia los periodistas", asegura. "Pero más importante es el desprecio por las formas de la democracia. Se han acostumbrado a no dar cuentas a nadie". Para Urbaneja, "es para que los periodistas nos hagamos mirar por qué lo toleramos".
El tono lo puso el presidente valenciano, Francisco Camps. A mediodía, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana decidió archivar la causa contra él por cohecho. ¿Usted no querría saber qué tiene que decir Camps al respecto? Lo único que puede consultar es un vídeo que grabó esa tarde, sin periodistas delante, en el patio gótico del Palau de la Generalitat. Después, desapareció.
Una fuente de los estrategas de comunicación de la Generalitat indica que "ese día no había agenda pública, por lo que no se convocó ni se desconvocó nada". Es decir, que Camps no tenía ningún compromiso ese día en el que debiera haber periodistas. En un día de supuesta alegría, tampoco lo consideró necesario. "El auto era lo suficientemente claro", opinó su equipo de prensa.
En efecto, lo era. El auto en el que se archiva la causa no ponía en duda los hechos. Es decir, que confirma que una empresa que se llevaba millones de euros en contratos de la Generalitat hacía costosos regalos a sus dirigentes. La misma empresa, por cierto, organizaba los actos electorales del PP valenciano. Pero nadie ha podido aún preguntar a Camps por estas evidencias.
Esta fuente se queja de que se haya "trasladado la sensación" de que Camps no ha contestado nunca sobre el caso Gürtel. "Ha comparecido en las Cortes todos los jueves y sólo le han preguntado por ese tema". Además, aseguran que el presidente ha contestado "muchas veces" en el patio gótico sobre el tema. "Nosotros tenemos la sensación de que no se ha hablado de otra cosa", aseguran. En realidad, Camps sólo ha dicho dos cosas con cierto contenido en todos estos meses. En las Cortes dijo: "No hay nada de nada". Ante los periodistas dijo: "Yo me pago mis trajes". Sobre lo primero debe decidir el Tribunal Supremo. Sobre lo segundo, el propio juez instructor de la causa ha dejado claro que era mentira.
Joaquín Clemente, presidente la Unió de Periodistas Valencians, dijo al día siguiente a Efe que el comunicado en vídeo era "un episodio que se sale de cualquier comportamiento normal, que está fuera de lugar y es intolerable en una sociedad transparente, democrática y con libertad de expresión". Clemente asegura que ese tipo de política se ha instalado entre los dirigentes de la Comunidad Valenciana "desde hace tiempo". Camps nunca ha sido muy aficionado a la prensa.
Pero cuando empezó "no era así", dice Clemente. "Hubo un punto de inflexión que fue el accidente del metro". En julio de 2006 descarriló un convoy del metro de Valencia y causó la muerte a 43 personas. En aquella época, Camps "prácticamente se encerró para evitar preguntas sobre aquello", recuerda Clemente. Le debió parecer útil, y esa política ha continuado hasta hacer declaraciones enlatadas en vídeo sobre temas de actualidad, como si fuera el Rey felicitando la Navidad.
"Espero que no se convierta en una moda", decía Clemente el lunes. Dicho y hecho, al día siguiente, toda España pudo ver unas imágenes de María Dolores de Cospedal en Marbella haciendo gravísimas acusaciones contra María Teresa Fernández de la Vega y la Fiscalía General del Estado. Las imágenes las había producido el propio PP y las había distribuido a las televisiones. De nuevo sin nadie delante que le exigiera, como responsable público que se dirige a los ciudadanos pidiendo sus votos, que aportara algún detalle de lo que estaba diciendo.
Desde la oficina de prensa del PP explicaron que las televisiones presionaron aquel día para tener unas declaraciones de Cospedal sobre el tema. No había otra forma de hacérselo llegar a todo el mundo, aseguran. Pero el precio fue alto para la calidad de la información. El PP tiene toda la razón cuando advierte de que hay otro lado en esta historia: los medios se ahorran mucho dinero cuando se lo dan hecho.
El diputado del PP Carlos Floriano, secretario de Comunicación del Partido Popular, explica que el vídeo de Cospedal se hizo "porque era interesante hacer esas declaraciones" y si se hubiera convocado a los medios, en su opinión, un 4 de agosto a las dos de la tarde no habría ido nadie a Marbella a escucharlas.
Floriano aporta una reflexión más general sobre la comunicación política. "Esto forma parte de los elementos que tenemos para poder llegar con la imagen del partido a todas las televisiones", explica. "Lo que nos interesa es que sean cubiertos nuestros actos y nuestras palabras, y a las televisiones les interesa tenerlo".
Como político, Floriano critica que "se está padeciendo una política de titulares". Se refiere a la sensación que se tiene desde los partidos de que los periodistas van a interpretar lo que les dé la gana de lo que digan. "Hay un recelo mutuo obvio. Los periodistas van buscando un titular y el responsable político busca situar el mensaje en los términos que le convienen".
El estratega de comunicación del PP ve "una pugna" en este debate. "Como responsable político yo trataré de que se hable de temas que creo que le intersan a los ciudadanos y los medios tratarán de que se hable de los temas que ellos creen que interesan". Así, las ocasiones en que no hay posibilidad de preguntar "a veces son para facilitar el trabajo, como lo de Cospedal, a veces es a demanda de los medios, y otras es porque es más razonable hablar del tema en unos términos determinados", explica Floriano. "Tendré que entender que al día siguiente me critiquen por no someterme a preguntas".
Juan Antonio Blay es director de Comunicación del PSOE desde hace sólo mes y medio. Antes estaba a este lado de la trinchera y todavía ve las cosas como reportero. "Un cargo público u orgánico de un partido debe comparecer ante los periodistas" en la medida en que se produzcan hechos noticiosos, opina. El caso es que el número dos del partido ha anunciado poco menos que un veto institucional al PP sin que nadie le haya podido preguntar los términos concretos del mismo. Además, en la semana en que el PP ha acusado al Gobierno socialista de delitos que en su día tumbaron a Nixon, el PSOE sólo ha respondido a través de comunicados.
Blay asegura que mientras él sea responsable de comunicación "nunca" se hará algo como lo de Camps. En cuanto a lo de Blanco, estaba fuera de Madrid, como Cospedal. Y existía la presión de una reacción de las máximas autoridades del PSOE a la pretensión del PP valenciano de humillar a Leire Pajín para aprobar su designación para el Senado. El comunicado de Blanco fue "el anuncio de una decisión política", defiende Blay. Sí, pero el anuncio es muy grave (vetar la representación del PP en instituciones de designación política), y hasta hoy nadie la he podido preguntar por las consecuencias de esa acción.
La semana ha sido fina. Pero sólo es la culminación de un curso político en el que un senador imputado por cohecho y delito fiscal no se ha explicado nunca ante los ciudadanos que le votaron. O un ex ministro de Defensa lee una declaración y no acepta preguntas el día que un tribunal sentencia que sus subordinados inmediatos enterraron sin identificar a 32 militares españoles.
Los partidos parecen querer definir límites sobre qué se puede preguntar cuándo y dónde. El jefe de prensa del ministro de Trabajo se permitió amenazar a un periodista de TVE porque hizo una pregunta al ministro, que comparecía ante los medios.
Floriano, por ejemplo, como político opina que fue una impertinencia que una periodista le preguntara a Camps por la calle, el mismo día que se archivó la causa contra él, si se pagaba sus trajes. El presidente valenciano la ignoró. "Debe de haber un límite", asegura. Camps "es un ser humano y hay que saber entender determinadas cosas".
La misma anécdota, comentada por González Urbaneja, cambia radicalmente. "¡Era la pregunta fundamental!", dice. Justo ese día y justo en ese momento. Porque el auto de sobreseimiento de la causa por cohecho decía que los regalos habían existido, lo que significa que el presidente valenciano mintió. A Camps, sus votantes le han visto hablar sobre cómo se siente ahora. Es lo que él consideró pertinente decir el lunes, y está en su derecho de decirlo. Pero esa pregunta sigue sin respuesta. Y como no se la responda a un periodista, que está en su derecho de preguntársela, no se va a enterar nadie.
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Publicado por VRedondoF para POLITICA el 8/08/2009 08:19:00 PM